En los primeros tiempos de la agenda psicodélica, la psicofarmacología no se encontraba desarrollada como la conocemos hoy en día, y el psicoanálisis era la corriente de mayor influencia en el campo psiquiátrico. Bajo el marco interpretativo del psicoanálisis, los “alucinógenos” despertaron un fuerte interés en tanto vías de acceso rápido al inconsciente. Pero esto no significa que hubiera un solo enfoque. Muy por el contrario, los encuadres terapéuticos fueron muy variados, y el uso de los psicodélicos llevó a diversas estrategias terapéuticas. El “oneiroanálisis” de Delay y Pichot, el “tratamiento hipnodélico” de  Arnold Ludwig, la “terapia psicodélica” Humprhy Osmond, “terapia psicolítica” de Hanscarl Leuner, son algunos ejemplos de denominaciones que el uso clínico de psicodélicos tuvo en aquel entonces.

En el Río de la Plata, psiquiatras argentinos y uruguayos no fueron ajenos a estos novedosos métodos. En el Buenos Aires de los años 1950, psicoanalistas de renombre como Enrique Pichon-Riviere, José Bleger, y Alberto Fontana publican artículos y libros sobre lo que denominan “narcoanálisis”, reflexionando sobre la utilidad del LSD para el trabajo transferencial y el tiempo de duración de la psicoterapia. En Montevideo, los psiquiatras Mario Berta, Ariel Duarte Troitiño, Hugo Silvera Galasso, Juan Pedro Severino y Esteban Gaspar propusieron el método de “psicólisis dirigida”, combinando sustancias psicodélicas y terapia psicodinámica. Esta parte de la historia de los psicodélicos en nuestro país ha sido muy poco estudiada.