Ayahuasca
Se denomina genéricamente “ayahuasca” a una bebida obtenida a partir de la cocción en agua de dos variedades vegetales, generalmente Banisteriopsis caapi y Psychotria viridis, aunque pueden existir otras plantas y combinaciones posibles en la preparación. Esta bebida es de origen amazónico y ha sido y es ampliamente utilizada para diversos fines en contextos indígenas, mestizos y como sacramento en religiones sincréticas de origen brasilero. La historia de sus usos es amplia y el conocimiento que el mundo científico blanco ha tenido de ella se remonta a mediados del Siglo XIX, cuando exploradores y naturalistas describieron sus usos en contexto indígena amazónico. La descripcion que Richard Spruce hizo de su uso entre los Tucanos del Vaupés marca un inicio de las formas de narrar las experiencias con esta planta. Su clasificación botánica la debemos precisamente a Spruce.
Desde ese entonces la ayahuasca, que en quechua significa: aya, espíritu; huasca, liana (liana de los espíritus) no ha dejado de ser objeto de investigación científica y médica y de inspiración artística y espiritual. Utilizada tradicionalmente dentro de sistemas chamánicos y curanderiles la ayahuasca atravesó una transformación importante en sus formas de uso en las primeras décadas del siglo XX en territorio brasilero, cuando fue fundada la primera religión ayahuasquera brasilera, combinando en sus rituales los conocimientos y prácticas curanderiles amazónicos con diferentes componentes provenientes del mundo cristiano, africano y esotérico europeo.
Desde la década de 1940 los usos de la ayahuasca son investigados por la antropología, dando cuenta de forma etnográfica de su lugar en las mitologías y sistemas médicos locales. Las décadas de 1960 y 1970 fueron también (además de ricas en investigaciones de este tipo) escenario de gran experimentación y atracción de extranjeros que se aventuraron al mundo chamanico amazónico en diversas búsquedas. En la década de 1980 la densidad de los abordajes etnográficos en torno a la ayahuasca fue notoria, y de algún modo antesala de la fuerte popularización y transnacionalización que se vería a partir de los años 1990.
Con gran evidencia a partir de la década de 1990, los usos de ayahuasca en diferentes settings se han ido expandiendo por el mundo y hoy es posible participar de ceremonias o rituales donde se consume ayahuasca en muchos países europeos, Japón, Australia, Estados Unidos, Canadá y muchos latinoamericanos. En Uruguay, aparecen diferentes formas de utilización de ayahuasca desde la década de 1990, siendo actualmente una práctica cada vez más conocida, aumentando tanto la oferta como la demanda
En los últimos años, distintos estudios sugieren no solamente la escasa presencia de efectos negativos, sino también posibles usos terapéuticos asociados a la preparación. Los mismos han sido realizados por lo general en comunidades religiosas o terapéuticas, donde variables confundentes hacen difícil discriminar que efectos son los relacionados a la ayahuasca como sustancia, y cuales a otros factores relacionados con la respuesta placebo al tratamiento, o a los efectos de la vida comunitaria y religiosa. Sin olvidar estas limitaciones, investigadores provenientes de distintas áreas (psicología, psiquiatría, neurociencias, farmacología, antropología, entre otras), han señalado posibles usos terapéuticos, en distintas afecciones mentales como ser depresión, duelo, ansiedad, trastornos alimenticios, y adicciones a drogas de abuso
La composición química de la ayahuasca es variable, dependiendo de la cantidad y variedad de especies vegetales utilizadas en su preparación. Aunque generalmente se utilizan las mencionadas B. caapi y P. viridis hay evidencia del uso de otros sustituto y aditivos. Por ejemplo, en Colombia y Ecuador suele utilizarse la Diplopterys cabrerana en sustituto de la P. viridis; mientras que en sustituto de la B. caapi, pueden utilizarse otras especies como la B. longialata, B. lútea, B. martiniana y B. muricata. Como aditivos pueden encontrarse hasta casi una centena de especies que pueden incluir sustancias psicoactivas como la nicotina, la escopolamina, y otros alcaloides tropanos. Luis Eduardo Luna muestra una gran variedad de formas de preparación y denominación del brebaje entre decenas de sociedades amazónicas. En el caso brasilero, y como consecuencia de un proceso fuertemente institucionalizante de las iglesias “ayahuasqueras” bajo la búsqueda de legitimidad de sus prácticas, la ayahuasca ha sufrido un proceso de estandarización en su preparación, que ha afianzado la idea clásica de la ayahuasca como compuesto de solamente dos plantas, la B. caapi y la P. viridis.
En las preparaciones clásicas, B. caapi aporta a la bebida fundamentalmente alcaloides de la familia de las beta-carbolinas (harmina, tetrahidroharmina, harmalina, entre otras), mientras que P. viridis aporta fundamentalmente el alcaloide alucinógeno N, N-dimetiltriptamina (DMT) de la familia de las triptaminas.
Hemos venido desarrollando investigación sobre los usos específicos de ayahuasca principalmente desde disciplinas como la antropología y la psicología, mientras que áreas de estudio químico-farmacológicas se han dedicado en buena medida a otras sustancias. Nuestro grupo de investigación ve necesario la conjunción en una perspectiva interdisciplinaria que pueda avanzar en el conocimiento de las especificidades de los usos de ayahuasca en nuestro país. En esta línea estamos llevando a cabo el primer análisis químico de muestras (cantidades analíticas) de ayahuasca donadas por participantes de diferentes rituales en Uruguay. Proponemos correlacionar la composición química con el contenido de las experiencias provocadas en los sujetos durante su uso ritual en ceremonias específicas obteniendo así una caracterización farmacológica, etnográfica y psicológica de las experiencias generadas en diferentes contextos rituales. También estamos desarrollando estudios pre-clínicos en modelos animales de depresión y ansiedad.